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Nutrición, Salud
11/09/25 16:40 Grupo de adolescentes subiendo una montaña, simbolizando la superación de desafíos y el fortalecimiento emocional.

¿Cómo fomentar la resiliencia en preadolescentes?

Con frecuencia se entiende la resiliencia como una cualidad inherente a la personalidad o carácter de las personas fuertes. Aunque se desarrolla con el tiempo, puede ser estimulada desde la infancia. Sin embargo, es en la preadolescencia en donde los retos de la convivencia fuera del núcleo familiar ponen a prueba la resiliencia y la fortalecen.

¿Qué es la resiliencia?

Del latín resilio, que significa “saltar hacia atrás” o “rebotar”, la resiliencia es la capacidad de adaptación y superación de las adversidades. El término es utilizado en el campo científico de la física y la química para referirse a aquellos objetos o materiales con la capacidad de estirarse, deformarse o encogerse y recuperar su forma inicial, como las gomas elásticas o los resortes. 

Tanto en la ciencia como en las humanidades nos habla sobre la cualidad adaptativa de un cuerpo a las circunstancias del entorno. Es como subir una montaña a pesar de los obstáculos del camino. De ahí que uno de los símbolos que la representan sea la tortuga: un animal capaz de adaptarse a las dificultades de todo camino.

¿Cuál es la importancia de la resiliencia?

La falta de resiliencia en un preadolescente lo hace vulnerable y frágil emocionalmente. Las habilidades para afrontar los retos emocionales y sociales que se presentan de manera intensa en este período vital permiten que esta transición ocurra de manera satisfactoria. Pero si el preadolescente no cuenta con una guía o estructura de sus padres o tutores para promover su resiliencia, es aún más probable que se vea envuelto en conductas de riesgo como abuso de sustancias psicoactivas, prácticas autolesivas, trastornos de alimentación, experiencias sexuales de riesgo, embarazos no planeados, infecciones de transmisión sexual, e incluso conductas suicidas.

Según Pilar Aguirre, psicóloga adscrita a Colsanitas, “un preadolescente excesivamente encerrado en sí mismo, aislado de pares, con bajo rendimiento académico, con problemas de conducta, con rasgos oposicionales, desafiante de límites y autoridad, con dificultades escolares (o, peor aún, desescolarizado) está en alto riesgo de complicaciones cada vez más extremas”.



 

¿Cómo fortalecer la resiliencia en los preadolescentes?

  1. No sobreprotegerlos durante la infancia y preadolescencia. Fuera del hogar hay un terreno que no puede ser controlado por padres o tutores. Las herramientas aprendidas durante la infancia evitarán que los preadolescentes se frustren con facilidad. Si los padres nunca permiten a sus hijos experimentar un fracaso, una pérdida o que deban asumir las consecuencias de sus decisiones, no les van a posibilitar aprender a manejar las adversidades del mundo real. Por ejemplo, en una competencia deportiva, si el preadolescente pierde, en lugar de evitar su frustración, hay que validar sus emociones y permitirle sentir la rabia o tristeza. En lugar de decirle “no pasa nada”, hay que reforzar con positividad el contexto con frases del tipo: “Entiendo que te sientas mal, pero recuerda que esto puede suceder. Hay que prepararnos mejor para la próxima vez”. En estos casos es importante recalcar que el esfuerzo y la constancia son más importantes que el resultado inmediato.

  2. Fomentar una autoestima sana y consciente. Esta es diferente a la egoestima, pues se debe promover un autoconcepto positivo pero realista, uno en el que se reconozcan las áreas a mejorar, se sepan las limitaciones y se incluya el autocuidado en el proceso. Según Aguirre, “la resiliencia implica que hay conciencia de vulnerabilidad. Una buena autoestima es un recurso que alimenta la resiliencia”.

  3. Fomentar relaciones sanas con el entorno. Las amistades juegan un papel fundamental en la construcción de la identidad, en el fortalecimiento de la personalidad, en el desarrollo de intereses y actividades. Situaciones complejas como una enfermedad, el divorcio de los padres, una crisis económica familiar o la muerte de una mascota o de un ser querido suelen atravesarse mejor cuando hay una red de apoyo sólida.

  4. Fomentar una comunicación asertiva, pues a través de esta se expresa y comparte resiliencia con los pares. La gestión de las emociones y el diálogo deben primar para reducir la ira o rabia que puede acarrear la frustración o la tristeza de la pérdida o el conflicto.

Para convertirse en un adolescente fuerte y asertivo, primero se debe tener una noción o ejemplo de cómo serlo. Según Aguirre, “el ejemplo de cómo afrontan las dificultades los padres va a ser definitivo. Si los hijos ven que sus padres también pueden equivocarse, sufrir y afrontar problemas van a saber que ellos mismos pueden actuar responsablemente cuando experimenten situaciones parecidas”.

Adolescentes avanzando hacia la cima de una montaña, una metáfora del desarrollo de la resiliencia.